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Perros y niños: lo que sí y lo que no hay que hacer


¿Niños y perros en el mismo hogar? ¿Es posible la convivencia pacífica y armoniosa entre seres tan traviesos y juguetones? Aunque cueste creerlo, sí es viable y muchos incrédulos se sorprenderán de lo bien que pueden llevarse. El secreto está en la educación y en unas cuantas claves más que te revelamos en este artículo.

Educar en el respeto
Dicen los expertos que alrededor del 75% de las agresiones de los perros suelen dirigirse a los niños.

Es fácil pensar que sucede porque, a menudo, los pequeños juegan con sus canes y, de manera inconsciente, pueden llegar a ser algo bruscos con ellos.

Esto puede evitarse haciendo una elección adecuada del can, en función del carácter de los humanos grandes y pequeños con los que va a convivir.

Y, por supuesto, la clave fundamental para evitar estos altercados pasa inevitablemente por educar y dar unas pautas a los pequeños para que aprendan a respetar y cuidar del compañero de cuatro patas que siempre tienen a su lado.


“La convivencia con un can refuerza la responsabilidad de los niños, así como el amor y empatía hacia los animales y el mundo que les rodea”
Pautas para lograr una buena convivencia entre niños y perros

La educación nunca ha sido fácil, es una tarea que requiere una gran dosis de voluntad y paciencia, pero al final se ven los dulces frutos. Esto es lo que ocurre con la pedagogía que nos toca implementar a los mayores entre los niños y nuestros peludos.

Siguiendo las siguientes pautas, obtendremos la recompensa, en forma de entrañables estampas de armonía y cariño.

Lo que sí debe hacerse

Elección del perro
Una buena idea sería pedir consejo a un etólogo, o bien a los responsables de la protectora si se trata de una adopción, para que te orienten sobre el animal más adecuado para un hogar con niños.
Ten en cuenta que las características físicas y el carácter del perro cuentan mucho a la hora de asegurar una buena relación con tus retoños.

Educación, educación y educación
No es que estemos repitiéndonos, es que queremos recalcar la palabra clave en todo este asunto. Sin educación no hay respeto y sin respeto la convivencia es imposible.
Por ello, la misión primera de los adultos es predicar con el ejemplo; luego, educar a los niños y a los peludos que corretean por la casa.
Los pequeños tienen que aprender a comprender el lenguaje corporal de su amigo de cuatro patas y respetarlo en todo momento.
Lo que no deben hacer los niños es molestar al perro cuando no desea jugar.
En casa, ambiente acogedor y sereno
Las correrías y los gritos, mejor dejarlos para la montaña. En casa, debemos procurar que haya un ambiente que transmita calma a nuestros niños y canes.
Piensa que empezar a correr y saltar por los pasillos puede desembocar en situaciones verdaderamente estresantes y caóticas.
Niños y perros, siempre bajo control
Cuando niños y perros están juntos, el adulto debe vigilar que todo vaya bien y actuar en el momento en que se produzca algún incidente.
Antes de tocar a un perro, hay que preguntar
Advierte a tus niños que deben preguntar siempre antes de tocar a un perro desconocido. Los responsables del can nos dirán si el perro es manso y se deja acariciar con gusto o es temeroso y es mejor que no se le toque.


Lo que no debe hacerse

Tratar al perro como a un juguete
Cuidado, un perro es un ser vivo, esto se lo debes recalcar a tu hijo. Dile claramente que no es un juguete sino un animal con sentimientos y que no puede zarandearlo ni hacerle rabiar en ningún momento.
Incomodarlo cuando come, descansa o duerme
¿Verdad que a nadie le gusta que lo fastidien cuando está comiendo, descansando o durmiendo? Pues a los perros tampoco, ¡faltaría más!
En estos delicados momentos, no hay que distraerlos, pues necesitan su tiempo y espacio, igual que los humanos.
Trasladarlo a otro lugar
Si el perro se tumba en un lugar y no desea moverse, el niño no debe empujarlo como si fuese un mueble. Habla a tu pequeño y dile que lo deje tranquilo, que ya lo cambiará de lugar algún adulto, si es necesario.
Sacarle la comida de la boca
Tienes que dejar muy claro a tus niños que, aunque el perro sea un ladronzuelo que le haya quitado un trozo de salchicha, nunca debe arrancársela de la boca.
Debe comprender que meter las manitas en sus fauces puede costarles un serio disgusto y que lo mejor es que te lo digan a ti para que resuelvas el conflicto.
Arrebatarle “su” hueso o peluche favorito
A los perros les ocurre como a los niños, se encaprichan de unos juguetes y no los sueltan por nada del mundo. Cuando un perro juega con lo que considera su hueso o peluche, no se le debe arrebatar, ya que puede dar rienda suelta a su instinto de propiedad y morder al entrometido.
Explícaselo a tu niños y enséñales otras propuestas alternativas, como el escondite y búsqueda de premios.
Perro atado o perdido
Jamás hay que tocar a un perro que esté atado o perdido; procura que tus niños lo tengan muy claro y que avisen a los adultos, antes de acercarse a los animales.


Finalmente, queremos recordaros que la buena convivencia entre niños y peludos tiene mucho que ver con nuestra capacidad para entender el lenguaje corporal de los canes. Asimismo, es fundamental saber qué gestos humanos pueden poner en guardia a los perros.

Para ahondar en estos aspectos, os recomendamos el interesante artículo de la etóloga Alba Benítez: “Perros y niños en una misma familia: ¡Cuidado!”

¡Que la suerte os acompañe en la tarea educativa y asegure la convivencia en paz en vuestro hogar!

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